EL VESTIDO DE BOSQUE.CUENTO MEDIEVAL.


Érase una mujer enfundada en un sensual vestido, todo entalladito, que dejaba libres- a su libre albedrío- a sus largas y sugerentes piernas, de muslos tersos encerrados en mallas feudales que subrayan sus redondeadas rodillas en las que poder quedarse enredados….

Sus muslos, los muslos de Susana, que así se llamaba la dama de nuestro cuento medieval, se elevan y elevan hacia bosques misteriosos donde aventurarse y perderse dentro….entre una maleza que encierra un legendario tesoro (pubis angelical) no hallado aún ni por los más arredrados caballeros templarios.

Y acá que llega, todo osado, el caballero Joaquín, de estirpe de la Real Maestranza de la Caballería sevillana que cual imberbe expedicionario, machete en mano (o espada aún no bautizada, más certera probablemente que las famosas Tizona y Colada), dispuesto a talar toda planta o enredadera de este frondoso bosque aparentemente indomeñable.

Atraviesa por entre espesos y negros matorrales (la noche y su manto le han caído encima a tan afortunado galán), vislumbra los estilizados troncos, las sinuosas ramas, le fulminan de terror los inmensos nidos de aves descomunales que intuye en la copa de estos árboles, intenta talarlos, hace crujir las ramas ya tronchadas del escabroso suelo a su fuerte , decidido y firme paso.


Y no se sabe cómo, queda enredado por tan finas y persistentes ramas de este bosque “encantado” que lo acarician y atrapan en esta encrucijada de senderos.

Rojo encendido de pasión, la rama-mano derecha de Susana, de la que apenas puede debatirse, resistente y flexible por demás.
La mano –rama negra izquierda se confabula con la roja y lo aprisionan.

Imposible salvarse.
Es muy firme el latido del corazón de este bosque. TICTAC,TICTAC,TICTAC.
El caballero Joaquín, JADEANTE, se recuesta en el pecho de Susana, nuestra dama camuflada en imponente secuoya, con intención de reposar y recuperar las fuerzas perdidas. AH,AH, AH, AH,AH…

Pero la armadura vegetal de Susana, cual escudo imperial de águila de blasón y con la chispa del deseo brillándole en la retina cual fiera del sotomonte, con movimientos enigmáticos y envolventes lo empiezan a palpar, a reconocerle, a trazar su geografía de Eros y Tánatos y a fundirle a nuestro gentil caballero Joaquín (por cierto, nada temeroso, sino más bien gratamente sorprendido y maravillado por la jugosa savia que empieza a sentir en su pantorrilla, derramada por esta damisela vegetal- de origen tal vez celestial…..-ronronea Joaquín en su abandono y se entrega cual bosquimano y se funde con ella, cual corteza de roble.

Son pura pasión y ardor, Naturaleza indómita: dos en Uno.
Se expanden, se expanden en su abrazo –fusión, El bosque Susana y el caballero Joaquín-el que en buen hora ciñó espada- parece triturarlo: brazos rojos, negros y bl ancos, en un claroscuro espectacular de luna llena.


Y de este amor devorador surge Mario, mar y río, olas y fuentes, doncel tímido y valiente.

Ante este empuje tan brioso no le queda otra a este caballero sevillano que rendirse a su amor in perenne y convertirse en amantísimo esposo, padre dadivoso y chapucerillo genial para resolver desperfectos caseros en todos los bosques y dehesas aledañas-amigas de su grácil dama.
La energía magmática del bosque Susana lo enreda, lo enreda, lo deglute y metamorfosea y a ella se adapta este caballerete con todos los adelantos que nuestra nueva era de la mesa redonda y sus cortesanos pone a disposición de los siervos libres de amor en los sex-shops y demás fantasías góticas que nuestro cerebro o Internet den de sí.
Y allá les dejamos, que trepen y trepen entrelaza-dos desde las piernas hasta la garganta.

Fusión de caballero y ramas, bosques insondables que estallan en mandalas hipnotizadores, electrificantes, cual rojos soles, negra flor, rosas rojas y negras que no paran de girar y girar, de reproducirse en ocho nuevas flores, negras e imantadoras, con destellos relampagueantes, cual los ojos de su ama.
Y todo el placer de este cuento fantasmagórico y nocturnal de caballeros duendes y damas avispadas metamorfoseadoras de inexpugnables bosques de leyenda, saboréese untado en rica, refrescante y espesa nata montada.


Ana de Hita.
Lunes 1 de febrero, 2010