El cuento de Berta


De niña yo me quería llamar Berta. Berta, para mí, en aquel entonces, era un nombre exótico, distinto, sugerente. Aparecía en las publicaciones estilo TBOs que comprábamos en el puesto de Faustina ( humilde mujer que se ganaba la vida con su carrito ambulante repleto de las chuches de entonces y de algunas publicaciones elementales para niños) o en el Kiosco de la plaza, al lado de la Iglesia. Era el nombre, Berta,el de la protagonista, heroína, del cuento o la aventura de muchas semanas.

Cada domingo, la expectación, no sólo mía, sino de los demás niños del pueblo, crecía y crecía pues íbamos a sumergirnos esa misma tarde en mundos de fantasía y en aventuras increíbles tan lejanas a nuestra realidad cotidiana más vulgar y previsible.
Hoy, con 49 años, he conocido en Lima, una Berta real, mujer madura y muy comprometida con la realidad social más dura de esta ciudad sudamericana.
Ella, en esta ocasión, se va a convertir en la protagonista más entrañable y fabulosa, por más que sea realista la narración y descripción que yo realice de sus carismáticos dones en el discurrir de una vida aparentemente sencilla pero llena de prodigios, como sólo la sin par Hispanoamérica nos puede aportar a nuestro viejo continente, un tanto perturbado su bagaje por la terrible globalización que constriñe nuestra mirada.
Berta, limeña, mujer abnegada(en el mejor de los sentidos, capaz de vivir feliz en las situaciones más precarias, y además, entregada a los otros, dispuesta constantemente a ayudar a cualquier necesitado.)
Pues ella, alma generosa y sabia, es capaz de ponerse en el pellejo de cualquiera, sea de la condición que sea..Para que valga de ejemplo de su buen hacer: nos tropezamos el segundo día de conocerla con un indigente, tirado en el suelo de mala manera, entre bolsones de “mercancías”( para nosotros “basuras” pues un europeo de clase media no distinguiría nunca los fardos que lo rodeaban, tal era el grado de abandono y deterioro que mostraban tanto la figura de este pordiosero medio tirado en el suelo y los bultos zarrapastrosos que lo rodeaban.)
A cualquiera de nosotros nos daría grima, cuando menos, indiferencia, tan sólo pasar por su lado, mientras que ella, Berta, esta excepcional persona, humanísima por todos los poros de su piel, hasta saca tiempo en su laboriosa vida dirigida hacia su familia ,hacia todos los parroquianos de san Francisco de Paula y hacia los niños de sus catequesis, en el sector de Lima de Rimac ( de los más paupérrimos), en el barrio de Huascarán, asentamiento humana de reciente creación, pletórico de indigencia y de lacras sociales, para llevar a este pordiosero, a este “sin techo” ,de vez en cuando, cuando halla un ratito, un plato de comida de su casa. Esto sí es vinculación e implicación humana desde el sentir al otro como si fueras tú mismo en situación lamentable ¿Qué os parece, amigos? Plausible, ¿Verdad? Digno de encomiar con creces.

La sensibilidad hacia los demás humanos en Berta es tan prodigiosa y tan natural, tan incardinada en su corazón, que te conmueve desde las fibras más profundas..
Con ella, por estos distritos de Lima marginal, he presenciado, vivido y compartido una inmensa aventura humana de entrega amorosa y desinteresada.

En nuestro primer contacto Berta se hizo esperar de lo liada que estaba con sus asuntos parroquiales y espirituales. Con ello yo me trabajé la paciencia. ¡Lo que me cuesta, Dios!
Llegó a nuestro hotel, ubicado en la Avenida de la Marina, en el distrito cercano a la Plaza de San Miguel, una hora y media más tarde de lo previsto. Se justificó porque venía de la vigilia de la virgen del Carmen.
Berta venía ataviada como la típica catequista que cualquiera imagina, así, a bote pronto: falda larga estilo tres cuartos, estilo un tanto monjil, medias crudas y un zapato cómodo, estilo zapatillas de andar por casa. Pero en cuanto empiezas a descubrir, liberada de prejuicios, la naturaleza sencilla y llanota de esta mujer, puro entusiasmo y alma de currantilla sin par, comprendes que es el único calzado que puede configurar, no sólo su personalidad, sino su alma dadivosa.
Berta, corre que te corre, toda eficaz, va organizando todo tipo de actividades de entrega a su gente, los más precarios u olvidados de la estima social.
Años y años lleva Berta volcada de forma voluntaria en un trabajo social con la parroquia. (En Perú, la Iglesia católica cuenta con abundante personal entregadísimo a las causas sociales más difíciles).
Estuvo durante muchísimo tiempo organizando actividades deportivas, sobre todo, voley, (deporte muy popular en Perú, que se juega a todas horas, en los ratos libres, hasta en las calles más pobres,-como puedo avalar por los buenos ratos que pasé yo misma jugando con chavalinas en el barrio del mercado de Puerto Maldonado donde vive y tiene su tiendita de abarrotes-todo tipo de productos consumibles “menores”- la madre de Rafael-. Deporte que se practica con deleite y entrega tanto por la chiquillería como por los chavales, jóvenes y hasta por los matrimonios bien aposentados). El voley Berta lo expandió, junto con su marido y sus hijos, para beneficiar el equilibrio moral de muchas familias, de sus hijos adolescentes, sobre todo, de estos asentamientos humanos tan olvidados por el sistema y el gobierno de su país.
Practicando voley por las mañanas lograba hacer olvidar y atenuar, de esta manera, los agobios económicos familiares consabidos, a un importante número de chavalillos, inocentes por demás.
Ha sido el contrapeso de la familia cuando su marido ha caído enfermo;. su esposo, Javier,( que es de la selva, del centro del Perú,, de Yurimawa )es un verdadero hombre orquesta, en la acepción limeña: experto en todo tipo de chapuzas para sobrevivir y soportar la economía familiar deteriorada. Fastidiado por dos hernias considerables que le paralizan para el desempeño de su trabajo remunerado anterior a su postración.
Por lo tanto, va haciendo equilibrios este matrimonio en la cuerda floja de su precaria pero dignísima vida, apencando con sus circunstancias personales desfavorables, pero amorosísimo y humilde con respecto a la voluntad divina.
Dios no olvida a su fiel hija y últimamente ejerce Berta Sánchez Zamora de sacristana en una parroquia próxima a su barrio humilde, tan próximo del río Rimac, aunque cuando la dejé el último día que disfruté con ella y gracias a su intercesión, de contar cuentos a niños en los colegios de esa zona, andaba de baja, un tanto mermada en sus capacidades físicas por unas recidivas de su asma..
Y es que, no es de extrañar salir bastante tocado en estos menesteres, en ocasiones de mayor sensibilidad o bajada de fuerzas, cuando tu alma apenas te cabe en tu cuerpo, cuerpo y fuerzas físicas entregadísimas por demás.
Soportar la mirada a este ambiente tan precario(esta es la palabra más digna y humana para aludir a tanta miseria producto de la injusticia social) requiere un entrenamiento previo, no lo aguanta cualquier occidental acomodado.
Tu conciencia tiene que haberse educado en el análisis y visión global solidaria de esta compleja sociedad o mundo en el que habitamos, donde las diferencias de sectores se agigantan desmesuradamente,; este mundo cada vez más neutro y obtuso en compromiso profundo. Y, además, haberse decidido a frecuentar estos ambientes con viajes de ayuda humanitaria con una apertura grande de corazón y de alma..

En fin, con Berta recorrimos también el Lima más turístico.
Si coges un taxi en Lima, la carrera antes, previamente, se negocia con el taxista pues dependerá de los kilómetros que él calcule que debe recorrer.
Con ella gozamos de las bellísimas vistas de la Plaza de armas, con su arquitectura colonial: la catedral, la iglesia de San Francisco y sus catacumbas, la procesión de la Virgen del Carmen, con su espectacular ceremonia de mecer el paso, con danza amorosísima, por parte de los hombres de la cofradía de esta imagen de la Virgen del Carmen, que conjuntan armónicamente la fuerza de sus fornidos hombros con la delicadeza de un andar suave y melodioso .Esta cofradía genera en el espectador una conmovedora estampa que provoca una solemnidad inesperada en el ánimo del sorprendido transeúnte.
De frente a estos hombres, el espectáculo se completa con las oraciones y canciones de purísima veneración que van lanzando un grupo de fervorosas mujeres. El incienso que van derramando los incensarios arrastran hipnóticamente nuestra pitiutaria espiritual hacia su Iglesia. Allá dentro contemplamos el resto de manifestaciones religiosas con las que se va concluyendo la ceremonia de la Virgen del Carmen, acá en Lima, el 15 de julio.
Finalmente, algunas mujeres sustituyen con sus firmes, aunque menos férreos, hombros, a los hombres, con una sutileza que cautiva el ánimo hasta del espectador más objetivo y aconfesional.

Mientras nos vamos imbuyendo del fervor popular, sigo escuchando, con suma y ferviente atención cada detalle de vida que comparte Berta con nosotros, Rafael y yo.
A mí me impresionó, especialmente, esta anécdota de su vida: tuvo que vivir bastante tiempo con una especie de subsidio social que la aportaba un poco de leche para la manutención de sus hijos, cuando ellos eran más pequeños y ella nos subraya el malestar de sus hijos cuando los pequeños, en la incomprensión lógica del problema a su corta edad, manifestaban, apabullados, el asqueo de dieta que les provocaba la situación de falta de sostenimiento vital por la que atravesaba la familia.
Hoy día, con una situación un poco más favorecida, cohabitando con gente muy humilde, sin grandes recursos económicos, pero con una entereza personal insuperable, Berta, con corazón de oro, nos ha acogido en el espacio de la pequeña iglesita de su barrio, en Huascarán.
En esta Iglesita toda limpia, ha preparado el espacio para que yo pudiera contar a una veintena de niños que han participado y disfrutado del cuentacuentos, teatro cuentos improvisados con un entusiasmo e ilusión fantásticos.
Para el final de esta contada del mediodía, Berta, pagado de su generoso aunque escaso presupuesto, nos ha sorprendido a todos con un delicioso refresco y un bollo de pan limeño.
¡Esto es desprendimiento y ganas de compartir!
¡Vaya lección de vida, Berta, hermosa, magnífica mujer limeña!

Con toda su emoción, para rematar esta experiencia, Berta nos conduce a su despacho de catequista convencida, nos enseña, feliz, las fotos donde posa con el obispo, al que le ruega que no olvide este sector de Lima, y, efectivamente, producto de su gran amor, no me cabe la menor duda, recibe del obispado de vez en cuando dinero y materiales para educar en valores a los niños de su barriada.
Con su profunda fe, nos acompaña para que cojamos el carrito que nos llevará a nuestro segundo destino solidario, la ONG de Suyay ( palabra que significa Esperanza en lengua quechua), dirigida por Yolanda de Guzmán, misionera del Verbun Dei, ONG también ubicada en los extra-radios de Lima, en Puente Piedras, zona deprimida como la que estamos a punto de abandonar, conmovidos profundamente por este testimonio de vida tan auténtico de esta Berta, más heroína que todas las heroínas de mi ingenua infancia en Seseña, con mis primeras lecturas de TBOs y comics tan alejados de estos testimonios tan rehumanizadores.
Recorrimos el puente que conecta un lado y otro de la barriada, pasando por encima de la Autopista interoceánica sudamericana y dejamos atrás los muros de cemento que separan las viviendas de esta contaminante autopista limeña, tan ruidosa, no sin antes observar cómo los niños, incontaminado su inocente y genuino afán pese a todo y todos, han decorado con dibujos, pintadas y graffitis las paredes que ya no expresan su idiosincrasia desde la tristeza aparentemente gris para nosotros, sino con una impronta naif y creativa tan genuinamente propia de los nativos incas y de sus ancestrales tribus aborígenes.
Esto es el extracto de lo más destacado de mi primera vivencia con Berta, al comienzo de mi estancia estival en Perú, que se amplió con nuevos documentos e historias de vida cautivadora en lo humano por parte de esta única y singular mujer y que compartiré con el que guste leerme en episodios y extractos posteriores a l de hoy, en los cuatro últimos días tan gloriosos que pasé antes de abandonar por esta vez, el 26 de agosto, la capital limeña y este país, el Perú, tan legendario que allá me sigue y nos sigue aguardando,( al que sienta la fascinación por lo antiguo y milenario, con sus secretos aún sin desvelar),
Perú se expande, en la retina de nuestro gran orbe cual largo es, cual alas de cóndor majestuoso invitando al vuelo y la trascendencia espiritual, en su paciencia amorosa y tranquilidad milenaria. Que la serenidad impregne nuestra memoria y la de todo el que lo necesite.Amén.

Ana de Hita Martínez

Lima,18 de julio, 2009-09-07
Escrito en el Hostal La Marina.

(Dedico este relato a Berta, por supuesto y a todos los que aman al Dios de las pequeñas cosas.)